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martes, 31 de agosto de 2010

microrrelatos

MICRORRELATOS

SILENCIO

El silencio, que es el acontecimiento supremo de lo inefable, habita entre las ondas de un lago cercano a Madrid. Por las tardes el silencio baja a merendar con las carpas de la orilla, a donde acuden también los lucios para oír la muda historia que anida bajo el verdín de las piedras.
Sobre el soliloquio que la nada concentra, los pájaros sobrevuelan la superficie del agua dejando estelas con sus plumas. Es entonces cuando desde algún rincón dulcísimo del fondo surge el húmedo susurro de la palabra.
©ANTONIO POLO

PALABRAS

He salido a la calle y, asomado tras una esquina, la palabra “deseo” me ha hecho señas para que la siguiera. La he obedecido. A medida que avanzábamos entre el gentío, la he visto penetrar y apoderarse sucesivamente del cuerpo de varias mujeres. ella entraba en cada uno de esos cuerpos y, al hacerlo, la piel de esas criaturas adquiría repentinamente una cualidad especial, entre luminosa y carnal. Durante el paseo, he deseado a toda clase de mujeres, algunas de las cuales eran notablemente feas y viejas. Luego, me he detenido en un escaparate y de repente he sentido que un cuerpo extraño me penetraba y que mi piel adquiría un tono especial, entre carnal y luminoso. Me he vuelto y he visto a una hermosa mujer mirándome con concupiscencia. Ella he echado a andar hacia mí, y yo la he aguardado jubiloso. Entonces, un joven hermoso y atlético se ha interpuesto entre nosotros y yo me he desinflado a la vez que he visto refulgir la piel del muchacho. La mujer se ha detenido junto a él, le ha susurrado algo en el oído y los dos juntos han partido envueltos en un aura de lujuria. Después, he buscado en torno, pero todas las palabras que he visto eran banales y ruidosas.
©JUAN IGNACIO IGLESIAS

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