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miércoles, 27 de octubre de 2010

El libro de Buen amor


La Sensualidad del Libro de Buen Amor
Hugo N. Santander
American University Central Asia
Un sociólogo podría trazar en el 'Poema del Mío Cid' y en el 'Libro Buen Amor' los rasgos esenciales del medioevo en España. Los versos solemnes del Cid darían cuenta del respeto a las jerarquías, la supravaloración del honor y el ensoberbecimiento; las estrofas burlonas de Buen Amor de la perspicacia y la sensualidad.
El 'Libro de Buen Amor' parece ser la creación de un ex-convicto del siglo catorce: «Este es el libro del Arcipreste de Hita, el qual compuso seyendo preso por mandado del cardenal Gil, Arçobispo de Toledo (S)».
Las fuentes del 'Libro de Buen Amor' son las historias de las Mil y Una noches, y los relatos medievales de la tradición árabe y judaica en la península ibérica. Juan Ruiz tradujo y trastocó además los versos del 'Pamphillus', quizá la comedia más leída en Europa durante el medioevo tardío. Como Chaucer y Bocaccio, Juan Ruiz canta a los placeres corporales con el propósito de despertar la hilaridad de sus oyentes. La risa, a diferencia del llanto, se comparte alrededor de una mesa. Sólo la soledad engendra tristeza. El protagonista del 'Libro del Buen Amor' se esfuerza incesantemente por escapar a su soledad, por amar y ser amado.
El autor defiende a través de Trotaconventos el derecho al placer corporal de la mujer. Los tres escribas preservaron con cuidado, sin conocimiento mutuo, los episodios más espinosos: la seducción de una viuda, de una doncella, de una monja, de una mora y el acto de ser seducido y violado por tres campesinas. Se puede descubrir incluso una justificación del adulterio en la historia de la mujer de Pitas Payas. Es diciente que las objeciones argumentales dadas a Trotaconventos sean tomadas del código moral impuesto por la sociedad medieval, en tanto que Trotaconventos basa sus argumentos en la urgencia del cuerpo por amar y ser amado. A lo largo de estos episodios es la mujer quien protagoniza los eventos y toma las decisiones pertinentes.
Pero indicar que el próposito de Juan Ruiz fue didáctico sería redundante. El hombre medieval, condicionado por las cartas de San Pablo, era incapaz de justificar menos aún por escrito, la dimensión lúdica del arte. Cada poema, y en especial cada poema cómico, debía incluir una justificación didáctica: «El hombre medieval encontraba una barrera, en el mejor de los casos, frente la lectura; el placer de leer sólo podía ser alcanzado através del esfuerzo por alcanzar la virtud o la sabiduría (…) El placer per se era pecaminoso.»
El hombre del medioevo asociaba el pecado a la redención, y la redención al pecado; Juan Ruiz, de hecho, intercala episodios escabrosos con oraciones piadosas: «La fiscalidad de los encuentros amorosos raya en lo grotesco y la urgente necesidad de sublimación conduce directamente a la profunda meditación sobre la pasión de Cristo». Las últimas estanzas del 'Libro de Buen Amor' o, tal y como fue llamado durante el medioevo, del 'Libro de Arcipreste de Hita', incluye la 'Cántica de los clérigos de Talavera' (1690-1709), en la cual un grupo de sacerdotes implora a la iglesia que se les permita tener concubinas. Algunos escritores ven en Juan Ruiz, a partir de este pasaje, a un reformador.

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